BLANCARELA LA PRINCESA RUBIA
Hace tiempo escribí un cuento, quizá para niños, lo publiqué para amigos y a algunos les gustó. Hoy quiero compartirlo en la RED.
Existe un cuento o una leyenda urbana ,que cuenta que, hace tiempo en las costas algarvías vivía una princesa que había sido capturada por un Rey lusitano/moro ,que se había enamorado de la rubia mujer ,y además era muy celoso, así que la encerró en una torre que daba al mar, donde la fuga se hacía imposible.
La lozana joven comenzó a estar triste cuando viendo que llegando la primavera y el verano todo lucía y brillaba pero, ella seguía encerrada en esa torre de la que nunca o casi nunca podía salir. Cuando lo hacía tenía que ir acompañada por guardias reales y por damas que componían el séquito real.
La princesa comenzó a entristecerse y cada vez su rostro blanco, lindo como una muñeca de porcelana, comenzó a grisacear.
Un día el rey que había raptado a la doncella, pensando que llegaría a enamorarse de él y del lugar donde él vivía, mandó llamar a la muchacha.
El Señor le preguntó: ¿Qué te ocurre?... te he sacado de un lugar donde apenas sale el sol y siempre hay nieve, y tú en vez de florecer como la vegetación de este hermoso lugar, parece que enmustias como una hierba privada del oxígeno.
¡Dime hermosa entre las hermosas¡¡ ¿qué te haría feliz para que me amaras y ames el lugar hasta donde he tenido el gusto de traerte?¡.
La joven que nunca conoció varón y que andaba lejos de sus tierras le dijo en voz muy baja:
Querido mío: desde que nací siempre vi la nieve, lavábamos nuestra cara con los copos blancos y helados, así es como hermoseaba nuestro rostro, el mío y el de mis damas y primas que vivían conmigo. El viento y la nieve podían calar nuestro cuerpo pero estábamos preparados para aguantar el frío del invierno.
Cuando abría las ventanas de mis aposentos privados veía el blanco inmenso, y sabía que el aire era el más puro que podía respirar. El cuerpo cubierto por las pieles de los animales que dios quería poner a nuestra disposición, nos daba abrigo, por lo que podíamos andar en la nieve todo el día, siendo felices con la blancura del paisaje que parecía no acabar nunca.
Mis padres me criaron en lo mejor que podían darme, los guardias me cuidaban como si fuera su propia hija y la gente del pueblo llano, me querían como si fuera uno más de la familia.
Desde que llegué aquí, el horizonte ha cambiado ya no veo el blanco de la nieve y las aves que emigrarán en busca del calor. Veo el hermoso horizonte azul que llena mis ojos y se confunden con el color de mar.Pero no puedo olvidar el azul del océano que se puede entrever entre la nieve blanca que mis ojos azules escudriñan entre las rocas, para llegar al mar, del mismo color del cielo que nos cubre.
El Rey quedó petrificado no podía entender como una Princesa no era capaz de apreciar la belleza del sur, que regalaba mañana frescas y tardes cálidas, en las que la joven podía pasear por cualquier sitio donde ella quisiera sin necesidad de cubrir su cuerpo con pesados mantos, que escondían su delicado cuerpo.
Ideó una forma parecida para que su amada recobrara la alegría de vivir e hizo plantar miles de almendros en el valle, al que ella se asomaba por la ventana de su torre, donde se encontraba enclaustrada.
Los meses pasaron y la tristeza de la doncella seguía aumentando, entonces llegando febrero y a penas con fuerza, fue llevada al balcón de la torre con sus damas y guardianes, le dijeron: alteza abra los ojos que los dioses que la cuidaban en su tierra, han querido que nevase en este lugar, tan al sur, de los territorios de sus dominios.
La bella mujer que apenas podía abrir los ojos, hizo un esfuerzo y sobre ella brillaba el sol cegándola, pero con la mano sobre la frente para protegerse de los rayos solares, pudo observar un valle blanco, como nevado, los pájaros piaban y revoloteaban en torno a los árboles que habían florecido, y eran tantos y tan bien situados, que parecía que había nieve sobre la tierra.
El monarca llegó a la terraza, cogió la mano delicada de Blancarela y comenzó a explicarle que tan al sur el clima era muy cálido y nunca vería la nieve, por eso había mandado sembrar almendros que florecen en el mismo mes que los copos de nieve aparecen en los países nórdicos. También mandó traer cerezos japoneses que florecen en marzo y cerezas de España, de flor a final de marzo casi en abril.
El espectáculo de la naturaleza era asombroso, llenando de blanco flor de almendro, todo el valle. Esto hizo sonreír a Blancarela que se asomaba a su ventana y veía en el horizonte y en el valle, todo como nevado, así ella lo imaginaba.
Aun con estas vistas, la salud de la joven se había empeorado.
La melancolía no desaparecía.
Un día, El Soberano murió de forma repentina y aprovechando esta ausencia,Blancarela mandó mensajeros a sus tierras nórdicas donde quedaron muy apenados al saber que, esta belleza seguía sin alegría de vivir.
Los mandatarios del norte enviaron emisarios y fueron a buscar a la princesa por el mar con unas grandes embarcaciones. Cuando llegaron al sitio convenido, la joven llegó en su caballo y un pequeño séquito para pasar desapercibida.
Partió sola con sus compatriotas, sin volver la vista atrás, intentaba recobrar la felicidad.
La devolvieron a las frías tierras donde ella nació y que tanto añoraba.
Desde entonces los habitantes del lugar, han pasado de boca en boca la leyenda, y algunos aseguran que la Princesa rubia, había dado a luz dos hijas de ojos inmensamente azules y cabello claro, como el de Blancarela, y también cuentan que el espíritu de las niñas y la madre se deja oír todas las primaveras por entre las flores del valle, elevándose al cielo.
Araceli Torres Dos de Abril de 2023
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