Caridad/ y / o / limosna



Los psicólogos siempre nos aconsejan bien, nos dicen como encaminar adecuadamente la vida, porque la  negatividad nos entristece y genera más confusión en  nuestras ideas y actuaciones.
Hay preguntas que no debemos hacernos nunca (según los psiquiatras): ¿de dónde venimos?, ¿hacia dónde vamos?, ¿estamos solos en el universo?..., y la pregunta del millón: ¿cuándo acabará la crisis en España?.                 
¡Vale ya!
No hay respuestas adecuadas a preguntas tan abstractas


Hucha limosnera de una parada

Si notamos que estas cuestiones  invaden nuestra intimidad y quietud del espíritu, debemos focalizar nuestra mente hacia algo más concreto que podamos controlar con un cerebro sencillo, a mí se me ocurre pensar: ¿qué haré este mes para poder subsistir hasta que llegue la limosna-pensión que recibo?
Y como soy muy optimista enseguida me he acordado que, hoy en los Juzgados de lo Social de Madrid,   he visto una funcionaria que tenía una caja, delante de su ordenador, donde exponía “limosnas”, y he estado a punto de hacer una foto. Pero me ha resurgido una idea de pedir donativos, a través de las REDES. Quizá de esa manera pueda comprar unos zapatos para el verano y unas plantillas ortopédicas que la Seguridad Social no financia, ni el jarabe para la tos, ni tantos medicamentos que antes podíamos usar.
También colocaré una hucha en la puerta de casa a ver si alguien siente misericordia de mí y me da algo.
Frigorífico de una parada
Tantos años en el metropolitano de Madrid, dando calderilla, ya tendría para los zapatos, pero hay que compartir, el único problema es que siempre damos los mismos, es decir, los que no tenemos, y si donamos…, luego pedimos.

Hace seis años que no trabajo porque nadie me contrata ya que tengo mas de cincuenta años y no tengo los años de cotización necesarios para un subsidio, porque mi difunto ex-marido se empeñó en que no trabajara fuera de casa, era mejor que le apoyara en la retaguardia.
Labores fáciles. cuidar los hijos, la casa, los perros y pasar días y días sola, sin amistades y sin salir apenas de casa.La vida social se reducía a aceptar invitaciones de compromiso, de amigos de los negocios y amigos de amigos que necesitaban que les aconsejara o les informara en algo. Pasada la cena, pasada la amistad.
Y así  pasó el tiempo hasta completar veintidós años de unión, malamente llevada  en los últimos años, porque la imagen falsa de señor adinerado que mi ex ofrecía,se acabó rápidamente cuando una vez fuera de casa, tenía que pagar quien le cocinase, le llevase la casa y le acompañara a las cenas y saraos.Eso sí, se pulió en menos de 10 años la indemnización del trabajo que tuvo durante más de 20 años, a nuestro hijo y a mi, no nos dio ni un euro.El chico muy joven en aquel entonces tuvo que dejar la Universidad y comenzar a trabajar de camarero mientras su padre pasaba una buena vida con todo el dinero que se había llevado, descapitalizando la sociedad de gananciales.


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