LO PEOR DE NOSOTROS MISMOS
Los hombres que abandonan a las legítimas
esposas, por mujeres más jóvenes, de las
que se enamoran al creer encontrar un tiempo perdido, en la juventud de la nueva pareja, desarrollan un COMPLEJO DE CULPA que
dejan huella en cada acto de la vida del señor en cuestión.
(Según los
especialistas en el comportamiento humano, psicologos, hechiceros, etc.,...).
El tiempo pasa para todos y
algunos hombres de condición sobrevenida y mejorada, consideran que las primeras compañeras de camino, ya no están a
la altura de su nivel, por lo que cuando encuentran mujeres más jóvenes( en la
mayoría de los casos) se lanzan a la conquista de la ingenua pieza, sin
detenerse en miramientos ni sutilezas a
la hora de arrinconar a la persona que ha compartido los años más duros del
matrimonio: crianza de los hijos, pago de hipotecas, aguante de suegras,
vecinos chismosos, y finalmente
infidelidades que dan al traste con el matrimonio.
Puedo contar el caso de un joven que llegó a madrid, y le casaron con una mujer por la Iglesia , y no sé cómo consiguieron la partida de bautismo , ya que, no estaba
bautizado, el padre era anarquista y de antepasados judíos, sin saber rezar ni el Padre Nuestro, sin haber hecho la Primera Comunión, ni saber confesar, ni nunca haber ido a la Iglesia.
Este hombre una vez liberado del primer matrimonio, cuando estaba un poco eufórico le decía a su nueva mujer: "Cuando reces
a tu Dios (Jesucristo), pídele que me salga bien el negocio que tengo con fulanito, !que nos hace falta¡; además tengo que mandarle dinero a la tarada
de la madre de mi hijo el mayor, “el medio pensionista”, que si no dice, que no
lo manda. Será para pagar alguna criada que lo cuide, que ella anda de juerga. Así que reza, que tú
sabes”.
La legítima en cuestión, ya que
tenían separación legal y pedida la nulidad eclesiástica, andaba a su libre
albedrio, sin dar cuentas a nadie. Lo único que quería hablar con su legal
esposo, era saber cuándo le mandaba el dinero para enviar al niño al colegio, caro
y de religiosos, donde iban los hijos de sus amigas de clase social superior a la de su legal esposo y legal familia política.
Claro que cuando llegaron los
socialistas al poder, todos cambiaron de bando político y aquellos que habían
cantado con la mano extendida en alto, ahora no querían saber nada de aquellos
cánticos, incluso querían ignorar al
pobre mozuelo que vino del país extranjero y dio el braguetazo al poco tiempo de arribar.
Todo se arregló para él en posición horizontal, lo que ocurrió es que
al acabar el matrimonio, finiquitaron todo
aquello que le habían dado: novia, casa, trabajo.
Nada se llevó a su nuevo destino. La segunda
oportunidad se la tuvo que gestionar solo. Nueva pareja, casa pagándose por él,
nuevos amigos e incluso nueva vida laboral.
Aportar al matrimonio un hijo, o
hijos de otro matrimonio es lo normal en
caso de las familias reconstituidas. Pero los problemas que no se resuelven,
provocan conflictos que se enquistan y pueden dar con el término de cualquier
otra unión sentimental, matrimonio o pareja de hecho.
Las heridas mal cerradas, es
decir, el complejo de culpa, no dejan crecer las relaciones renovadas, porque
en su interior existe una pus que impide cicatrizar las causas de las
rupturas y, malogra la convivencia sana con otras
personas.
Son estos vericuetos lo que nos hace sacar lo peor de nosotros mismos.
La malicia es el sentimiento más
presente en las parejas recicladas, que
no van al nuevo matrimonio de una forma sana. Llevan la desconfianza de la
primera experiencia por delante, así siempre conservan sus
amigotas/es, sus cuentas privadas, secretos inconfesables y no sé cuántas cosas
más.
Además hacen sentir a los hijos que llegaron en primer lugar al mundo, que
son más queridos que los siguientes, cuando en realidad, los hijos que vienen con mayor madurez suelen ser
buscados y no vienen por ignorancia o
por necesidad de asilo.Y es que hay cosas grabadas, porque máquina tenemos todos.
Los cristianos sabemos que es
Caín quien mata a Abel por envidia y
el mito se repite incesantemente a través de la historia. Esperemos que en esta
ocasión Caín se conforme solo con robar y no llegue a
matarnos, aunque la maldad, a veces, no tiene límite, sobre todo cuando cuenta
con la ayuda de terceros que están muy ocupados en procesos interesantes de grandes beneficios, que ayudan al enemigo.
Y si alguien no está de acuerdo con lo que digo: “Que me lo diga”.
Comentarios
Publicar un comentario